Correctores: El riesgo de considerar moda un tratamiento sanitario

En los últimos meses cada vez proliferan más los anuncios en internet y televisión donde se ofrece, a bajo precio, correctores invisibles. Es importante tener muy claro que estos aparatos transparentes son productos sanitarios. Esto quiere decir que el peso del tratamiento no recae en su fabricación, sino en las directrices marcadas por un profesional que determina adecuado su uso en relación a un correcto diagnóstico previo y una planificación de aspectos técnicos. Si estos no son correctos, el tratamiento no solo no resolverá el problema, sino que puede agravarlo y/o generar otros nuevos. Y como desde Clínica Ortiz-Vigón creemos importante concienciar sobre ello, hoy os hablaremos sobre los riesgos de adquirir estos productos sin supervisión médica.

El origen del boom. Fin de una patente

Fue en 1997 cuando dos estudiantes de Stanford se plantearon un sustituto a la ortodoncia tradicional. Su idea era evitar molestias como la incomodidad al comer, su compleja limpieza o el dolor tras los ajustes. Con la llegada del renderizado tridimensional podían crear un modelo exacto de la dentición de un paciente e imprimir férulas transparentes para propiciar pequeños movimientos de las piezas. Nació así el Invisalign.

Su fenómeno llegó a España una década después por sus altos costes y porque el fabricante obliga a los ortodoncistas a realizar un máster de un año para certificar su capacidad. Pero en 2017 la patente caducó y cientos de inversores de todo el mundo se lanzaron al mercado. Es así como se democratizó el uso de esta técnica y la consecuencia de este desmesurado boom por la ortodoncia invisible desde una errónea perspectiva cosmética.

¿Cómo lo hace un profesional?

Exploración y evaluación previas, prescripción profesional, supervisión, control y seguimiento personalizado por parte de un especialista. Esta son las pautas indispensables para garantizar la seguridad y el éxito de los tratamientos de ortodoncia.  Esto es lo que obvian aquellas empresas que realizan una venta directa al público, bien a través de medios como internet o mediante agentes colaboradores.

Clínicas como Ortiz-Vigón prescribimos tratamientos de ortodoncia con un diagnóstico previo adecuado. En función de las necesidades de cada paciente realizamos una exploración completa que incluye la recogida de datos y su correspondiente registro en el historial clínico. Además, se abordan cuantas pruebas complementarias sean necesarias para determinar si se prescribe una ortodoncia de este tipo. Es el caso, por ejemplo, de pruebas de exploración intraoral, funcional y extraoral, radiografías, impresiones…

Por supuesto, a ello acompaña un seguimiento adecuado a lo largo de todo el tratamiento mediante revisiones y ajustes pertinentes para garantizar que se lleva a cabo de un modo adecuado.

Los riesgos de una compra irresponsable

No se puede aplicar un tratamiento habiendo hecho únicamente una toma de impresión digital o pidiéndole al paciente que se haga él mismo unas fotos. El uso indiscriminado de estas ortodoncias, sin un diagnóstico preciso de la maloclusión del paciente y el conocimiento de su historial médico o dental puede suponer una serie de peligros.

  • Desgaste dental como resultado de un mal patrón oclusal.
  • Aumento de sensibilidad dental.
  • Dolor de la articulación temporomandibular (ATM).
  • Gingivitis.
  • Movilidad o pérdida dentaria.
  • Cortes y llagas en labios o lengua.
  • Resultados estéticos faciales inadecuados por falta de una adecuada evaluación de los tejidos blandos.

Además, puede influir en funciones tan importantes como la masticación, el habla, la respiración o la deglución. Por ello, es importante entender que la ortodoncia va más allá de un tratamiento estético, sino que es una cuestión de salud.

El protocolo de Aesor y SEDO

Al igual que en nuestro blog ya te hemos explicado las fases del tratamiento de ortodoncia, la Asociación España de Especialistas de Ortodoncia junto con la Sociedad Española de Ortodoncia han elaborado un protocolo con 10 claves para un correcto tratamiento:

  1. El paciente deberá someterse a examen ortodóncico rutinario previo al tratamiento. Esto incluye análisis del historial clínico y exploración. También debe realizarse pruebas de imagen y examen radiográfico.
  2. El ortodoncista podrá entonces realizará entonces un diagnóstico preciso.
  3. Se confeccionará una serie de férulas transparentes a medida.
  4. El número de alineadores variará en relación a la complejidad de la maloclusión.
  5. Estos alineadores deberán llevarse de forma continuada entre 20 y 22 horas. Se retirarán al comer y cepillarse los dientes. El cambio de férula lo determinará el profesional a intervalos entre 7, 10, 15 o más días.
  6. La colocación de las férulas se efectuará en el gabinete dental.
  7. Las visitas a consulta serán en un periodo establecido entre 30 y 45 días.
  8. El uso discriminado de estas férulas sin supervisión puede crear problemas dentales
  9. Esta terapia puede presentar ciertas complicaciones: irritación, sensibilidad, llagas… Por eso se requiere un seguimiento presencial.
  10. Tras finalizar el tratamiento se colocarán retenedores fijos y/o removibles. Serán imprescindibles nuevas citas de control.

Cualquier tratamiento que no incluya estos aspectos puede suponer un riesgo para tu boca. No dejes tu salud en manos de un servicio lowcost. Si tienes alguna duda consulta con tu especialista.

Y recuerda: consulta siempre con tu periodoncista tu caso particular. Será quien mejor te aconseje. Si tienes dudas contáctanos.

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